miércoles, 5 de mayo de 2010


Cómo nos duele cuando nos juzgan, sin conocernos, sin vernos el alma… cómo les duele a otros cuando los juzgamos a simple vista, por una u otra razón…
Cómo duele cuando alguien no vé nuestra luz, cuando no vé la propia.
La crítica, la envidia, las palabras malintencionadas rompen la armonía que hay en el interior de cada uno, rompen de a poco el valor. Cuando criticamos a otros, nos estamos criticando a nosotros mismos… ¿Porqué ser tan duros con nosotros mismos?, en lugar de amarnos, de protegernos, de cuidarnos y de llenarnos de estima y de fuerza para alcanzar la meta, cual quiera que sea.
¿Por qué no intentar ver al otro sin juzgarlo, conocer su experiencia, su virtud, su dolor?
Creo que todos nos preguntamos alguna vez por qué alguien no nos supo dar afecto, cariño y/o comprensión… preguntémonos ahora si esa persona alguna vez recibió amor, cariño, afecto, abrazos o miradas dulces, preguntémonos qué le faltó, a lo mejor lo que pedimos no lo supo aprender.
La gente no es mala, la gente es, lamentablemente, ignorante, nadie puede hacer o ser como nunca aprendió a ser o hacer.
Si tan sólo aprendiéramos a ser amables, generosos y tiernos con nosotros mismos, si no nos exigiéramos ni nos desvalorizáramos, quizás, podríamos tratar a los demás con el amor que merecen.
Todos los defectos nacen de la falta de amor y confianza propios, y es necesario y fundamental para nuestra felicidad y para la de los que nos rodean, que aprendamos a amarnos y amar. Empezando por nosotros mismos, podremos serlo con los demás.
Démonos cuenta que la guerra, la envidia, la crítica y todas aquellas cosas que duelen y entristecen están faltas de luz y de paz, están “mal” por que no las encaramos con amor.
Como siempre sostuve y siempre sostendré, el amor lo cura todo, y no hay nada más grande.
Brindo por la paz, la dicha, el baile, que aprendamos a convivir y soñar, a compartir nuestras vidas desde el corazón, a intentar mejorar cada día, a PERDONAR a nosotros mismos y a los demás. Todos nos equivocamos, todos cometemos errores una y otra vez, pero todos los días, Dios nos da una nueva oportunidad para volver a empezar, con el pie derecho, con la integridad alta, con el corazón latiendo.
Intentémoslo.
Besos.

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