En ocasiones te enfrentas a la verdad y te cuesta creerla. Ves la realidad tal como está y te asustas. Te preguntas cómo has llegado ahí, por qué una situación se ha vuelto desagradable cuando se supone que debería ser algo hermoso o haber derivado en algo tranquilo. Y sigues preguntándote más y más cosas. Una de ellas el por qué uno se ha dejado perder el respeto. El secreto es cortar las cosas de raíz cuando se ve que se tuercen, y tener la dignidad como el don más preciado.
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